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5. Trípoli

Alquilamos un auto y Lucas condujo. No era nada fácil: la señalización es en árabe, inglés, a veces francés; Waze sólo dice mentiras, la gente maneja a ciegas y no para de pitar...

Trípoli, 2 horas al norte de Beirut, también embalconada sobre el monte Líbano, con todo el mediterráneo a sus pies, es una ciudad producto de tres ciudades, de ahí su nombre como el de varias ciudades tocayas, de este medio oriente tan lleno de culturas y civilizaciones que se superponen.

La meta era visitar la Ciudadela de Raymond de Saint-Gilles, fortaleza tomada por los Cruzados en 1103 durante el cerco a la ciudad de Trípoli.

Saint-Gilles, conde de Toulouse hizo grandes ampliaciones, incluyendo una iglesia, para convertirla en defensa contra el Islam.

Suleiman el Magnífico (1520-1566), reconstruye la ciudadela y le manda hacer el gran portal.

En 1289 la Ciudadela cae en manos de los Mamelucos y queda abandonada. Mas adelante, fue ampliada con los restos de columnas romanas y otras edificaciones de los alrededores y la iglesia es convertida en mezquita.

Haga clic para oír la plegaria grabada por Matías

De ahí en adelante, varios gobernadores Otomanos le hacen ampliaciones y arreglos según sus necesidades. Aunque sigue llamándose Citadel Saint Gilles (Qal'at Sinjil), de las construcciones de Saint Gilles queda poco y en la Ciudadela siguen oyéndose los cantos de llamado a la plegaria de Alá, cinco veces al día como el que grabó Matias y puede escucharse en el botón de la izquierda.

Trípoli, al igual que Beirut es una ciudad caótica y ruidosa, con maravillas insospechadas como un parque de naranjos en pleno centro de la ciudad, cuajado de frutas maduras y donde nadie se atreve a coger una naranja. Mucho menos nosotros.

Fuimos expresamente a la famosa “Hallab” con su letrero de: “desde 1881 con los más exquisitos dulces de oriente”. Nos fascina que aquí todo sea tan viejo: nosotros en Occidente somos muy jóvenes.

Pues el Hallab era realmente un palacio: con un chef encantador, una carta variadísima de helados, bizcochos tartas y panecillos, atendidos por un enjambre de meseros a cual más de amables y bellos. ¡Dios santo si los hombres árabes son bellos con sus ojos renegros y profundos, enmarcados por las cejas que parecen de mentira por su perfección!   

Pregunté por los cedros, símbolo del Líbano y efigie de la bandera. Me confesaron con tristeza que son muy difíciles de encontrar: hay que ir a zonas alejadas.

Desde cuando fuimos a tramitar la visa en la embajada en Bogotá, yo pregunté si el árbol enorme de la entrada era un cedro, me dijeron: "no señora es un pino."

Los cedros y Gilgamesh

Desde hace milenios – cuenta Oscar – todas las civilizaciones vienen al Líbano a saquear los cedros. Gilgamesh, el poema épico más antiguo de la humanidad, escrito hacia el II milenio A.C., narra cómo el bellísimo Gilgamesh y su amigo el salvaje Enkidu, matan al vigilante, cortan los cedros y los sacan de raíz, partiendo el monte en Líbano y Anti-Líbano y así abriendo el valle de La Becá.

Nunca aparecieron los tales cedros. Hubo que buscarlos en Tranquilandia, nuestra finca en Guasca (Cundinamarca).

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